Una mente cualquiera

Tengo demasiado alcohol para una sola noche. El deslizar nada sutil del colectivo atenta contra el dominio de lo inconsciente. El marco de la ventana, rígido, límpido, frío, casi helado, simula ayudar en la búsqueda de un reposo imposible de hallar.
Cuesta distinguir que veo y que pienso. Que es propio y que ajeno. Que imágenes corren por mi cabeza y cuales por la calle. ¿Acaso es factible encontrar tal diferencia?
Surco la noche mirando nada. Me veo. Te observo. Nos pienso. Somos todos pero no uno. Lo mismo y aún así, tu y yo.
Veo tu tierra, plagada de calles lúgubres, filosas, acechantes. Cercadas por paredes pintadas en un pantano de dulce miseria. Mas no me importa.
Veo tu gente, raíces evidentes de un pueblo senil, anémico de sueños y aún así sin hambree de ellos. No me interesa.
Veo tus puertas y adoquines, adornados con viejos y niños cubiertos de mugre, productos vencidos sin códigos de barras. Pero no erizan mi piel.
Veo lo profundo de tus almas, sudorosas, serpenteantes, repletas de corazones escarchados que descongelan sentimientos en cubeteras individuales. Pero no me asombra.
¿Por qué habría de ser distinto?
¿Será que yo no te excito? ¿Será que yo no te muevo? ¿Será que tu no me erizas? ¿Será que yo no te sirvo? ¿Será que tu no me importas?
Acaso es que nunca me enseñaron a hacerlo.

rgp

No Comment