Estoy roto, filtrado, exprimido, agotado. Los últimos diez días fundieron mi mente, pero los últimos cinco, han sido letales. El 2008 viene bravo, probablemente "bien", quizás "muy bien", pero agotador. Mi casa parece Bagdad. Mi perra se aferra a su colchón para que nadie se la embale en una caja. Camino entre cartones, cintas y papeles. Ya no se que es propio y que ajeno. Que me llevo y que dejo. Dicen que las tres actividades más estresantes del h
ombre moderno son: Mudarse, Cambiar de trabajo y Divorciarse. Tengo dos de tres... no es poco.
Dos personas me han tratado de hacer ver los colores del momento. Instalar música de fondo que ubique mis imágenes en un contexto de triunfo glorioso y no de penoso derrumbe (y si... soy así de extremista... geminiano a ultranza).
Hoy estuve todo el día embalando cosas en cajas, revolviendo el pasado con una impunidad asombrosa. Decidiendo en breves segundos tirar cosas que junto desde hace años. "No puedo llevarme todo", repito sin cesar en mi cabeza. No hay vuelta atrás. Tiro papeles, revistas y libros. Bolsos, mochilas y adornos. Fotos, carpetas y cuadernos.
En cierta forma tiré parte de mí mismo, de quien he sido. Ese que guarde, y reemplace por una versión mucho mas utilitarista de mí, cuando vi que poco podia ofrecerle el devenir
Reconozco que en el revoleo de recuerdos encontré cosas geniales, pequeñas sonrisas en un día difícil. Una caja enorme con play móvil, mis dos autitos preferidos, un titicaca (si tal cual), a Leono, mis fotos autografiadas del pato filiol y del tanito Di Stefano y varias cartas jamás entregadas.
"La peor cita es aquella donde uno se encuentra con uno mismo", dice Dolina. Pero quizás, depende... depende quien sea uno, quien haya sido y quien quiera ser. Según alguien especial, ojala un día me encuentre. Aún sin estar seguro, estoy considerandolo.